Un recorrido por la vida del Papa Francisco en tres horas

IMPRESIONES – Desde el sábado, y todos los fines de semana y feriados, se realiza en la Ciudad el circuito Papal, que recorre 21 puntos en 9 barrios, para conocer la historia y la vida sacerdotal de Jorge Bergoglio. Y es un paseo en el que no faltan algunas perlitas.

Se va a convertir en un hábito ver los buses blancos del tour papal por la Ciudad los fines de semana

Ahí estaban, estacionados frente a la Basílica de San José de Flores, los dos micros blancos. En el interior de ambos vehículos algunos esperaban, expectantes, a que se hiciera la hora, mientras que a unos metros, sobre la amplia vereda, se alistaban los que aún no habían ascendido. Minutos después los buses arrancaron, y así comenzaba el segundo turno del Circuito Papal que organiza la Ciudad para conocer los retazos de la vida del Papa Francisco en Buenos Aires.

No es casual que el punto de partida sea la basílica de la avenida Rivadavia, frente a la plaza Flores, que en realidad se llama plaza Juan Martín de Pueyrredón. Allí, en 1953, cuando se disponía a juntarse con amigos para festejar el día de la primavera, pasó por esa parroquia para rezar y confesarse, y fue allí donde recibió el llamado divino, llamado que recibió y lo hizo parte de su vida. Fue tan fuerte lo que sintió que se olvidó del picnic con los amigos y se fue a su casa a meditar. “En ese momento sentí que Dios me primereó”, dirá tiempo después, cuando Jorge Bergoglio era cardenal primado de la Argentina.

Los buses blancos en el frente están identificados con las letras “A” y “B”. En cada uno pueden viajar 43 personas. Y en el centro tienen un ploteo con la foto del Sumo Pontífice y letras blancas y amarillas que dicen “Circuito Papal”. Una vez que todos estaban arriba de los dos colectivos, emprendieron viaje por otros veinte sitios emblemáticos que el ahora Papa frecuentaba en la Ciudad.

A medida que avanzaba por Rivadavia, el guía Daniel Vega explicaba que esa importante vía de la Capital Federal era llamada históricamente Camino Real del Oeste y daba un ligero pantallazo de la historia del barrio de la infancia de Bergoglio. Y en el trayecto hasta el siguiente punto, el primero a bordo, que era el colegio de la Misericordia, donde hizo el jardín de infantes, quienes caminaban por las calles miraban asombrados, aunque no faltaron algunos que hacían el típico gesto de “cualquiera” en desaprobación a la iniciativa tomada por el Gobierno porteño. Ya sea para bien o para mal, como ocurre en todo estreno, llamaba la atención.

En cada punto del circuito el paso era instantáneo, apenas unos segundos en los que el micro se movía a paso de hombre para que los turistas, en su totalidad personas que pasaban los 40 años y la mayoría porteños -apenas tres del interior y ningún extranjero-, observaran con atención o tomaran alguna fotografía con las cámaras o los celulares. Así ocurrió al pasar por Membrillar 531, el solar natal de Bergoglio, lugar que desde que el anuncio del “Habebus Papam” es muy visitado por curiosos locales y de otros rincones del país y el mundo. Y unos metros después, la placita en la que jugaba de chico a la pelota con sus amigos.

El bus seguía su marcha y pasaba frente a la escuela número 8 Pedro Cerviño, donde hizo el primario hasta que se fue de pupilo a un colegio de los salesianos, de la obra de Don Bosco, en Ramos Mejía.

El micro avanzaba con cierta dificultad por las calles estrechas de ese barrio de casas bajas, hasta llegar a la Vicaría de San José de Flores, donde Bergoglio fue Vicario Episcopal en 1992 y tenía pensado instalarse una vez que se jubilara, pero que Benedicto XVI postergó. “Los cardenales y Dios tenían otro destino para él”, decía el Vega.

El circuito, sin querer, mostraba contrastes. En la vereda que da al muro pintado de la Vicaría, pasados algunos minutos de las tres de la tarde, había algunas trabajadoras sexuales haciendo la calle, que miraban indiferentes el paso del bus.

El micro continuaba viaje y dejaba atrás Flores para dirigirse a Monte Castro, a la Escuela Técnica número 27 “Hipólito Yrigoyen”, en la que Bergoglio hizo el secundario y egresó con el título de técnico químico.

Durante la explicación del guía, una pareja revisaba las fotos que iban sacando, otros observaban por la ventana como si se tratara de un habitual viaje en colectivo y una señora parecía más interesada en su pequeña agenda de papel y en su celular.

El recorrido papal que diseñó el Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires tomó en cuenta la historia personal del Papa, los lugares emblemáticos que lo ligan y su carrera religiosa. Por eso se explica que el ómnibus blanco pasara por la cárcel de Devoto, la que visitó en varias oportunidades para oficiar misa y hacer el lavado de pies, y lo llevó a generar un vínculo con los presos, que lo llamaban padre Jorge y le escribían cartas, las cuales respondía de puño y letra.

El guía contaba que a los 21 años, Bergoglio sufrió una afección pulmonar muy grave. Y un año después, decidió iniciar su carrera sacerdotal. Uno de los lugares por los que el micro pasó fue el Seminario Metropolitano, en el que estuvo un tiempo hasta que decidió irse al seminario jesuita.

Finalizado el seminario, viajó a Alemania para presentar su tesis doctoral. Allí conoció la imagen de la Virgen Desatanudos y trajo una copia el 8 de diciembre de 1996, que está en la Parroquia San José del Talar, en el barrio de Agronomía. Ese era uno de los puntos en donde todos bajaban, aunque unos pocos minutos, pero los suficientes como para dar una vuelta por el interior de la iglesia, rezar, sacar fotos e incluso pasar al baño. Tras el breve paso, el colectivo seguía paso. Y, al salir, los fieles que estaban en la puerta saludaban a los turistas que continuaban viaje.

En el fugaz pasar, el bus recorría la periferia del cementerio de la Chacarita, Vega abría un paréntesis en la temática Papal para contar que allí están los restos del célebre Carlos Gardel, y que en el monumento que tiene en el Mausoleo quienes lo visitan le dejan flores, aunque más de uno le prende un cigarrillo.

Así como Bergoglio escuchaba frecuentemente tango en sus días en Buenos Aires, vivía siempre pendiente de la realidad de San Lorenzo, pasión que heredó de su papá, quien conoció a su esposa en el oratorio San Antonio, en cuyo terreno lindero nació, de la mano del padre Lorenzo Massa, el club. Contaba el guía que Francisco pidió que le enviaran al Vaticano su camiseta y un pedacito del tablón del Viejo Gasómetro que conserva como reliquia.

Y a unas pocas cuadras del lugar de origen del club de sus amores, Bergoglio fue bautizado en la Basílica de María Auxiliadora un 25 de diciembre.

Luego el bus atravesaba el centro porteño, y pasaba por el Colegio y la Iglesia del Salvador, institución en la que fue docente, y también en la Universidad del Salvador.

Y antes de internarse en la siempre transitada avenida 9 de Julio, Vega al pasar destacaba el avance de las obras del Metrobús, mientras el ómnibus se movía lentamente frente a la Plaza del Vaticano, espacio seco pero en el que se realizan conciertos gratuitos que está lindero al bellísimo Teatro Colón.

Finalmente, el segundo y último descenso tenía lugar en inmediaciones de la histórica Plaza de Mayo, para dar un ligero vistazo por fuera a la Catedral Metropolitana, la esquina de Hipólito Yrigoyen y Bolívar, en la que el Papa compraba sus diarios y la iglesia de San Ignacio de Loyola, una de las más antiguas de Buenos Aires y que fue construida por la orden de los Jesuitas, orden a la que pertenece el pontífice. Tras visitar ese monumento histórico nacional, el guía da la opción a los turistas que se queden en la zona o volver al punto de punto de partida, en Flores, en cuyo viaje de vuelta ya no hay más información turística.


Ver Circuito Papal en un mapa ampliado

El tour papal que ofrece la Ciudad dura tres horas y funciona sábados, domingos y feriados en dos turnos posibles: de 9 a 12 o de 15 a 18, que no se suspenden por lluvia. Es gratuito, previa inscripción a través de e-mail a circuitopapal@buenosaires.gob.ar, ya que tiene capacidad limitada.

El paseo resulta una oportunidad para conocer Buenos Aires desde otra óptica, la religiosa, algo que las autoridades no ven con desgano, ya que según estimaciones del sector, el 25 por ciento de los pasajeros a nivel mundial se muestra interesado por este tipo de turismo y el 75 por ciento de los 40 millones de argentinos profesa la religión católica, en base a lo que indica la propia iglesia. Y la reacción del público parece ir en ese sentido, ya que tuvo cinco mil inscriptos en apenas una semana, demanda que desbordó las expectativas del Ente de Turismo.

A fin de cuentas, es una buena ocasión para conocer la ciudad en la que pasó buena parte de su vida el primer Papa latinoamericano, argentino y porteño. Para conocer retazos de la historia de aquel hincha de San Lorenzo que era un vecino más, viajaba en subte y tomaba mate, pero que desde hace dos meses se convirtió en una de las personas más influyentes del planeta.

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