Con una nueva propuesta inspirada en la idea de un “museo vivo y participativo”, vuelve a abrir sus puertas luego de dos años y medio este espacio que alberga 450 dibujos de más un siglo de historia nacional y dos originales de Walt Disney de 1941.
El Museo de la Caricatura “Severo Vaccaro”, que alberga 450
dibujos de más de un siglo de historia nacional y dos originales de Walt Disney
de 1941, reabre hoy por cuarta vez y luego de dos años y medio, con una nueva
propuesta inspirada en la idea de un “museo vivo y participativo”.
Un gran cartel anuncia “Museo de la Caricatura Severo
Vaccaro” en Lima 1037, a metros de la autopista 9 de Julio sur. Allí, tras sus
muros y vitrales azules y amarillos, el visitante se encontrará con joyas de la
cultura nacional.
Este espacio dedicado principalmente al humor político abrió
sus puertas tres veces, y ahora, va por una cuarta. Este reservorio de
originales de un centenar de caricaturistas y dibujantes argentinos además
conversa las tapas de la emblemática revista Caras y Caretas.
El museo fue concebido por los hermanos Vaccaro: Severo,
quien fue fundador de imprentas y funcionario periodístico de principios del
siglo veinte, y Vicente, doctor en Química y filántropo de dibujantes. Y nació
en 1945 gracias a la vinculación de ambos con la revista Caras y Caretas y la
amistad con el caricaturista Edmundo Álvarez en un local de avenida de Mayo
628, donde funcionaba un negocio de la familia.
“Son todas donaciones de amigos dibujantes”, cuenta a la
agencia de noticias Télam Juan Tristán, el joven y flamante coordinador quien
junto a Gonzalo Piñeiro apuestan ahora a un “museo vivo, participativo y
abierto a todos”, que incluirá charlas, talleres, proyecciones y muestras
itinerantes.
Tras la muerte de los Vaccaro, la casa de avenida de Mayo es
demolida y todo el material y el archivo es trasladado a la casa paterna en
Estados Unidos 2162. Y casi una década más tarde se inaugura en 1981 la actual
sede, gracias a Luis Fernández Vaccaro, presidente de la Fundación Severo
Vaccaro y al historiador y humorista gráfico Siulnas.
En los 90, y como consecuencia de la crisis, el museo debió
cerrar sus puertas, y recién el 18 de diciembre de 2002 volvió a cobrar vida.
Aquella vez, contó con la presencia de 90 dibujantes, entre ellos Garaycochea,
Dobal y Solano López. Pero en 2010, problemas edilicios, humedad y falta de mantenimiento
llevaron a un nuevo cierre.
Dos años después, Tristán y Piñieiro se presentaron ante los
miembros de la Fundación con un proyecto de renovación, orientado a una
apertura multidisciplinaria que contempla literatura, cine, música y pintura.
“Asumimos el proyecto de gestionar el lugar; estuvimos un
año arreglándolo, llegamos y había tantos dibujos colgados que a los diez
minutos te querías ir”, comenta Piñeiro, administrador de empresas y politólogo,
sobre la sobresaturación abrumadora de las salas y la falta de un guión
curatorial.
Con precisión, esmero y pocos recursos, lo que se dice a
pulmón, ambos recuperaron tres salas de la planta baja, inventariaron el
abultado archivo de materiales y le dieron un nuevo impulso a este espacio, que
entre sus tesoros está el gran dibujo del Mickey Mouse gaucho que Walt Disney
donó al museo cuando visitó el país en 1941.
Y también está plagado de glorias nacionales: originales de
Caloi de 1974, Landrú, un “Quino” de 1957 donde se notan las correcciones
originales, la tapa de la revista Caras y Caretas del 9 de julio de 1916 y
obras de Lino Palacios, Cao, Mayol, Ramón Columba, Diógenes Taborda, Mordillo,
Ferro, Laino, Divito, Dobal, Garaycochea, Sábat, Sendra, Víctor Valdivia y
Mario Zavattaro.
“Hay 450 obras y exponemos 80 en dos salas, que son la punta
del iceberg, pero en la sala itinerante van a rotar con un guión armónico”, explica
Tristán, sobre los dibujos a través de los cuales se puede contar parte de la
historia argentina, la Segunda Guerra Mundial, el deporte en los años 20, la
cultura a través de retratos de sus protagonistas e incluso los senadores en
pleno debate que ilustró Columba en la década del 50.
Esa sala también será centro de plataforma de artistas
emergentes y espacio para exposiciones de humoristas gráficos y caricaturistas
de la actualidad. Por ejemplo, hoy se inaugura la muestra de dibujos de
Federico Parodi “Placeres espantosos, dulzuras horrendas”.
“La idea es hacer un cambio de paradigma de gestión,
devolverle al museo su rol social e inclusivo, con una propuesta joven y una
perspectiva abierta e interdisciplinaria”, plantean Tristán y Piñeiro,
responsables también de la editorial independiente Chiquisaca Talleres, que
apuestan a que la gente se acerque y se relacione con el espacio.
En lo que respecta a las actividades en el corto plazo, ya
están previstos talleres de escritura, a cargo de Juan Diego Incardona, de
dibujo con Parodi como docente y un ciclo de charlas abiertas sobre artistas
populares como Enrique Santos Discépolo, Roberto Arlt y Leonardo Fabio.
La reinauguración y presentación de la agenda del Museo de
la Caricatura Severo Vaccaro será hoy a las 19 en Lima 1037, donde además
lanzarán siete títulos del sello Chuquisaca Talleres. “Están todos invitados”,
dicen entusiasmados Tristán y Piñeiro. Las puertas están abiertas.
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