La Ciudad lanzó una campaña para que los dueños recojan la caca de sus perros

Se repartirán más de diez millones de bolsitas en plazas, parques, veterinarias y entre los encargados de edificio. E invitarán a los responsables de las mascotas a identificarlas con un collar o distintivo verde, para promover la iniciativa entre los vecinos. Impresiones.

Algunos vecinos apelaron a la creatividad y pusieron en el árbol de su vereda un “dispenser” de bolsitas. (Foto: Gentileza Twitter Italo Daffra @italodaffra)

Con el objetivo de concientizar a los dueños de mascotas sobre la importancia de mantener el espacio público e incorporar el hábito de recoger las deposiciones –léase caca- de los animales, la Ciudad lanzó una campaña que contempla la entrega de más de diez millones de bolsitas en plazas, parques, veterinarias y edificios.

La entrega de bolsas se complementa con la presencia de concientizadores en espacios públicos y una campaña de comunicación para los vecinos que tienen mascotas. Según se informó, aquellas personas que levanten lo que sus perros ensucien, serán invitadas a identificar a su perro con un collar o distintivo verde, y así promover la iniciativa entre sus vecinos.

En una primera etapa, se instalarán expendedores de bolsas gratuitas en 58 espacios verdes en las comunas 2 (Recoleta), 6 (Caballito), 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) y 14 (Palermo), donde existen los principales reclamos por caca de perro en la vía pública, si bien el objetivo es extender la iniciativa en forma progresiva a toda la Ciudad.

Argentina es el país de América Latina con mayor porcentaje de mascotas en los hogares. Y, según un estudio del Instituto Pasteur de 2004, en la Ciudad de Buenos Aires viven aproximadamente un millón de perros y gatos, cifra que puede ser algo mayor, dado lo desactualizado del estudio. Por eso no parece alocado el cálculo que hace el Gobierno porteño: por día, estas mascotas dejan unos 35 mil kilos de caca.

No sea sorete, júntelo

Impresiones. Por F.C

Si hay algo que da bronca, aunque algunos digan que da suerte, es ir por la calle y, más allá de cierta distracción -porque lamentablemente no queda otra que ir mirando el suelo para evitarlo-, es pisar caca de perro. En ese momento es inevitable acordarse del gentil dueño o dueña que, en vez de agarrar una bolsita, juntar lo que naturalmente hace su mascota y tirarlo en el tacho más cercano, se hace el boludo y lo deja como regalo para que quede estampado en el calzado de quien pase.

Ese acto de dejar la bosta del perro en la vereda, que puede leerse como “el perro es mío, el sorete es problema tuyo”, es, lisa y llanamente, cagarse en el otro: en el encargado de edificio o el dueño de casa que la limpia cada día y en el que va caminando y la pisa. Peor aún cuando uno está en la puerta de casa y es testigo de cómo el perro hizo sus necesidades y el gentil vecino se va impunemente dejando el obsequio. Y no vaya a ser cosa de que se le pida por favor que lo junte porque encima se ofende.

Por eso hasta suena insólito que se tenga que hacer una campaña de concientización para que los responsables de las mascotas se hagan cargo de lo que ensucian sus mascotas, porque ellas, claro está, no tienen la culpa. Pero ojalá sirva para que se torne un hábito masivo, porque son muy pocos los que hoy en día lo hacen. A fin de cuentas, todo puede reducirse a la idea de que el que junta lo que deja su perro es un buen vecino, y aquel que no lo hace es tan sorete como lo que queda en el piso. De eso se trata.

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