El joven fue atropellado en la vía rápida de la avenida General Paz y operado en el hospital Santojanni, donde murió horas después. Fue enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita. Fue descubierto cinco años y ocho meses después de su desaparición. Para la familia y el CELS el hallazgo “marca el inicio de un proceso para llegar a la verdad de su muerte y poder establecer las responsabilidades institucionales”.
El cuerpo de Luciano Arruga, el adolescente de 16 años visto
por última vez en enero de 2009 cerca de un destacamento policial del partido
bonaerense de La Matanza, fue encontrado enterrado en el cementerio de la
Chacarita como NN, y se pudo establecer que previamente había sido atropellado
por un auto sobre la avenida General Paz y estuvo unas horas internado en el
hospital Santojanni hasta su muerte. Tras cinco años y ocho meses de búsqueda, sus
familiares reclamaron que se profundice la investigación en torno a las causas
del fallecimiento.
La información fue dada en conferencia de prensa por el
titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, en
la sede del organismo junto a la hermana de la víctima, Vanesa Orieta, y de la
madre, Mónica Alegre, a quienes acompañó el organismo en los últimos años en la
búsqueda del joven y les dieron apoyo legal.
Tanto la familia del adolescente como el CELS
insisten en que hubo “irregularidades policiales” y “violencia institucional”
en el caso de la desaparición del joven y quieren saber qué pasó la noche en la
que lo vieron por última vez. No obstante, consideran que el “hallazgo es
fundamental”, si bien “sólo marca el inicio de un proceso para llegar a la
verdad de su muerte y poder establecer las responsabilidades institucionales”.
La presentación de un hábeas corpus por parte de la familia
en junio pasado fue clave para el hallazgo, ya que la Cámara de Casación Penal
dio lugar a ese pedido, por lo que el Ministerio de Seguridad de la Nación fue
convocado a una audiencia por el juez federal de Morón Juan Pablo Salas, a
cargo de la causa, que está caratulada hasta ahora como “desaparición forzada”.
Verbitsky explicó que el Ministerio “comenzó a hacer una
compulsa de la totalidad de los libros matices de la Superintendencia de
Policía Científica para encontrar cuerpos que no estuvieran identificados”.
Como Arruga había estado detenido en el destacamento de la
localidad bonaerense de Lomas de Zamora el 22 de septiembre de 2008, se contaba
con sus huellas dactilares, por lo que se hizo el cotejo con un cadáver que
había sido enterrado el 3 de febrero de 2009 en el cementerio porteño de la
Chacarita, tres días después de su desaparición.
“Hizo falta que un juez, a reclamo de la familia, pusiera en
marcha esos mecanismos que el Estado tiene. Por eso, a partir de esto, debería
ser parte de una rutina”, criticó Verbitsky sobre la identificación de cuerpos
en las morgues. En ese sentido, el titular del CELS expresó: “Cómo puede ser
que se esté buscando a una persona que ha desaparecido y no se cotejen las
huellas que se disponen de esa persona con las de personas no identificadas –fallecidas-
el mismo día”.
Luego, la hermana de Luciano sostuvo que con el hallazgo del
cuerpo “se venció a la desidia, la impunidad y la mirada discriminante y
criminalizante de los jóvenes”. “Vencimos. Mi objetivo era encontrar a mi
hermano y lo encontré”, dijo, emocionada, mientras que su madre, que no habló,
sufrió un desmayo y debió ser sacada del lugar.
A raíz del hallazgo del cuerpo, Verbitsky señaló que se
determinó la existencia de una causa judicial que se tramitó en el juzgado de
instrucción 16 de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Laura Bruniard, en la
que fue procesado y luego sobreseído un conductor de 21 años por un accidente
ocurrido a las 3.21 del 1° de febrero de 2009, tres horas después de que
Luciano fuera visto por última vez. De ese expediente se desprende que Arruga
fue atropellado por un auto en la avenida General Paz y Emilio Castro, en el
barrio porteño de Mataderos, cerca del destacamento policial.
“No es de ninguna manera un lugar habitual para cruzar la
avenida General Paz, es la vía rápida, el que tiene que cruzar al otro lado no
cruza por ahí”, sostuvo el titular del CELS, que mencionó que Luciano estaba “descalzo”
y no descartó que lo estuvieran persiguiendo.
Ocurrido el accidente, el joven fue llevado por el SAME al
hospital Santojanni, ya que el conductor del vehículo dio aviso a la Policía, y
entre las 3.21 y las 8 murió tras ser operado en el centro de salud. Como el
cuerpo no fue reclamado, fue enterrado como NN en la Chacarita. Al respecto,
Verbitsky dijo que “otra de las cosas que está abierta a la investigación es
por qué en el hospital Santojanni no le dijeron nada (a la madre), que es lo
que pasó”. Y añadió que “si le dijeron que había un chico que había sido
atropellado por un auto, y no le dieron ninguna explicación al respecto”.
La familia siempre denunció que detrás de la desaparición de
Luciano estaban implicados efectivos del destacamento de Lomas del Mirador. En esa
línea, Verbitsky sostuvo que “había y sigue habiendo motivos de sospecha sobre
el comportamiento de la Policía bonaerense” ya que “hay interrogantes que
siguen pendientes, que requieren explicación y que, de ninguna manera, modifica
el hecho previo de la detención anterior, de las torturas que su hermana escuchó
cuando fue a la comisaría”, aquel 22 de septiembre de 2008.
Asimismo, el periodista recordó “la extorsión que los policías
del destacamento de Lomas del Mirador practicaban sobre este chico, como de
tantos otros chicos jóvenes pobres, de los barrios populares, para que robaran
para ellos con la amenaza de muerte si no lo hacían” y que se trata de “una práctica
generalizada en la provincia de Buenos Aires”.
“Hubo una desidia absoluta por parte del Estado para llegar
a la información que hoy tenemos, pero que es insuficiente, insatisfactoria, y
ni para el CELS ni para la familia cierra el caso”, manifestó Verbitsky. “Estos
años muestran la discriminación y desprecio que las instituciones y la Justicia
tiene con los jóvenes pobres como Luciano Arruga. Esto no hubiera ocurrido si
el chico hubiera sido de Palermo o de la clase media porteña”, agregó.
“Queremos que este caso sea un punto de inflexión en la
Argentina, que no pueda reproducirse este maltrato con la familia, que no pueda
reiterarse esta práctica inadmisible al cabo de 30 años de democracia”,
concluyó.
Nota con despacho de agencias Télam y Noticias Argentinas
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