ENTREVISTA - El senador de mandato cumplido habló con Panorama Ciudad sobre la importancia de que su iniciativa de declaración de utilidad pública y expropiación de la Confitería se haya convertido en Ley.
-¿Cómo surgió el proyecto planteado por usted, que se
convirtió en Ley?
-Surgió de mi trabajo legislativo con mi equipo de
colaboradores, en tiempos de ejercicio de mi representación de la Ciudad de
Buenos Aires en el Senado. Después de otros proyectos presentados por otros
legisladores, que fracasaron por diversas razones, nos pareció que debíamos
insistir con nuestro propio proyecto.
-¿Por qué es tan importante que la Confitería reabra pronto?
-Por muchas razones. La primera, artísticas y monumentales,
dado que es un pecado seguir contemplando pasivamente como se viene abajo una
de las joyas mundiales del art nouveau. La segunda, históricas, porque la Confitería
Del Molino forma parte de la historia del Congreso Nacional, de la cultura
literaria, de las familias y sus celebraciones, en fin, de nuestra misma Ciudad
en su integración al común de la gente que gozó de sus instalaciones. Y la
tercera, urbanísticas, porque el estado actual puede ser riesgoso en varios
sentidos y porque su aspecto actual agrede el paisaje urbanístico.
-¿Por qué tuvieron que pasar tantos años para que una
iniciativa de esta índole llegara a tener luz verde? Han pasado muchos proyectos
que quedaron en los cajones... ¿En qué considera que radica el logro de la
propuesta presentada por usted?
-Es una combinación de cosas. Lo principal a destacar es que
nuestro logro responde a un modo de practicar la política: poniendo la representación
por sobre todo -no hay duda de que esforzándonos en este proyecto honrábamos la
representación de la Ciudad de Buenos Aires en el Senado- , y manteniendo un
diálogo abierto con todas las fuerzas políticas desde nuestro modesto bloque de
Proyecto Buenos Aires Federal. Nuestro proyecto tiene algunas particularidades
que merecen destacarse: que sea el Congreso Nacional la órbita del estado en la
que quede el complejo, y que incluya una síntesis: el pasado con el museo
histórico, el presente con la confitería reabierta y el futuro con el museo de
arte nuevo. Y en cuanto a la demora, cabe destacar que los procesos de este
tipo, que implican consensos legislativos amplios, son difíciles de lograr. Que
se corone en ley nuestro trabajo, aun después de concluido nuestro mandato,
vale doble en beneficio de la política.
-¿Qué recuerdos tiene de su paso por esta emblemática
Confitería en los años que estuvo abierta?
-Mi memoria me lleva a los años en que trabajaba como
corredor para una empresa textil, a comienzos de los ochenta, y paraba allí a
regalarme algún postre acompañado de sendos cafés. Todavía se apreciaba su
esplendor, pero como un eco del pasado, que hacía a su vez caja de resonancia
de cierta melancolía en la pausa del trajín diario.
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