CFK defendió su gestión y criticó a un sector de la Justicia en su última apertura de sesiones ordinarias

En su mensaje ante la Asamblea Legislativa, acusó a lo que denominó “Partido Judicial” de “impedir que se gobierne y que se apliquen leyes constitucionales”. Anunció que reestatizará la administración de los ferrocarriles. En las afueras del Congreso, recibió un masivo apoyo de la militancia.

Cristina, durante un tramo de su discurso. (Foto: Télam)

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró ayer el 133 período de sesiones ordinarias en el Congreso Nacional, con un mensaje de casi cuatro horas en el que hizo un balance de la gestión no sólo de sus ocho años al frente del Gobierno, sino también de los cuatro años de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner. En su discurso, afirmó que se ha “desendeudado definitivamente al país” y criticó duramente a un sector de la Justicia, al que denominó una vez más “Partido Judicial” y acusó de “impedir que se gobierne y que se apliquen leyes constitucionales” mediante “cautelares delivery”. Y anunció el envío de una ley para reestatizar la administración de los ferrocarriles.

Durante su último discurso ante la Asamblea Legislativa, ya que su segundo mandato concluye el 10 de diciembre, la Presidenta sostuvo que “nunca más” habrá gobiernos que “tengan que tomar deuda para tomar deuda”.

“Yo no dejo un país cómodo para los dirigentes sino para la gente, dejo un país muy incómodo para los dirigentes si quieren anular los derechos de los últimos años”, dijo enfática Cristina tras destacar las medidas en materia económica y social de su gestión.

En un tramo de su extenso mensaje de tres horas cuarenta minutos en el recinto del Congreso, apuntó contra los fondos buitres, a los que calificó como “chupadores de sangre internacionalmente reconocidos”.

Fue notorio el fastidio de la jefa de Estado cuando vio que dos diputados de la oposición colgaron carteles en el que exigían la apertura de los archivos y una comisión investigadora por el atentado a la AMIA de julio de 1994. “No necesito carteles, yo puedo ir con carteles al frente de la AMIA para decir que un ex presidente de la AMIA, Rubén Beraja, encubridor y vaciador de bancos, está procesado”, señaló a los gritos.

“La causa AMIA asquea porque fueron 85 víctimas que las utilizaron de adentro y de afuera con fines políticos, no podemos seguir manoseando a sus familiares”, remarcó. También dijo: “Me llama poderosamente la atención y nunca pude entender porqué el Estado de Israel reclama por la AMIA y nunca habla del atentado a la Embajada de Israel”, ocurrido en 1992, causa que quedó en manos de la Corte Suprema de Justicia por ser territorio extraterritorial. Instó al máximo tribunal, cuyo titular Ricardo Lorenzetti estaba presente entre los invitados, a que informe si hubo avances en esa investigación. Incluso pidió que el ex embajador israelí en Buenos Aires Itzhak Avirán “venga a testimoniar personalmente” al país.

En el recinto escuchaban a Cristina, con mayor o menor atención, todo el Gabinete y legisladores del oficialismo y la oposición. Afuera, en la Plaza de los Dos Congresos, alrededor de 400 mil personas (según cifras oficiales, aunque la Policía Federal estimó la concurrencia en más de 250 mil) conformadas mayormente por la militancia que se congregaron para darle su apoyo, aplaudían y vivaban cada palabra de la mandataria, a la que miraban a través de las pantallas gigantes. La movilización fue convocada por el kirchnerismo y organizaciones sociales y sindicales como respuesta a la marcha del 18F organizada por fiscales y a la que asistió prácticamente toda la oposición, y a la que concurrió idéntico número de ciudadanos para pedir el esclarecimiento de la muerte de Alberto Nisman, que tenía a cargo la investigación del atentado a la mutual judía y acusó de encubrimiento a la Presidenta y al Canciller Héctor Timerman, entre otros dirigentes, denuncia que desestimó el juez Daniel Rafecas.

La jefa de Estado evitó confrontar directamente con la oposición, algo que olvidó cuando vio los carteles sobre la AMIA, para poner el foco principalmente en hacer un balance de sus ocho años al frente del Gobierno.

Entre los diputados de la oposición, se encontraban los radicales Julio Cobos, Ernesto Sanz y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, por mencionar tan sólo algunos. En cambio, no concurrió el diputado socialista Hermes Binner, que viajó a Uruguay para la asunción de Tabaré Vázquez, la diputada macrista Laura Alonso ni los senadores Adolfo Rodríguez Saá, Carlos Menem y Carlos Reutemann. También estuvo vacía la banca de la diputada Elisa Carrió, que en la semana había señalado que Cristina lanzaría “un autogolpe” durante la Asamblea Legislativa.

La mandataria hizo tan sólo una referencia a un candidato presidencial opositor. Fue a Mauricio Macri, aunque sin nombrarlo, cuando anunció la nacionalización de los ferrocarriles antes de que termine su mandato. En ese momento, se dirigió al jefe de la bancada PRO en Diputados, Federicio Pinedo, con ironía al asegurar que ya que su líder político aseguró recientemente que comparte “el cien por ciento de los principios justicialistas” va a apoyar esa nacionalización. Cristina aclaró que no tiene “ningún afán nacionalizador”, sino que la decisión radica en poder ahorrar 400 millones de pesos anuales en la gestión operativa de los trenes.

En lo que respecta a políticas económicas y sociales, hizo una defensa de las medidas adoptadas tanto en su gestión como en la presidencia de su marido y antecesor Néstor Kirchner. “Tuvimos que hacernos cargo de una crisis internacional que no generamos y la enfrentamos con políticas activas del Estado” afirmó Cristina. También hizo una defensa del acuerdo firmado recientemente con China, que ha sido cuestionado tanto por la oposición como por sectores de la industria, al sostener que “dentro de cinco años China será la principal potencia económica mundial, si ya no lo es”.

Tras tres horas cuarenta minutos de discurso, Cristina se despidió con una lluvia de pétalos de rosas que caían desde los palcos, los enérgicos aplausos oficialistas y el indisimulable fastidio de la oposición, en lo que fue su último mensaje en el Congreso como Presidenta.

Nota con despachos de agencias Télam, Noticias Argentinas y ANSA

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