Sensaciones sobre una imagen que duele y pone en evidencia la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.
Panorama
Ciudad es un blog de noticias sobre la Ciudad de Buenos Aires que desde 2011 a
la fecha intenta tratar los temas del día a día de la vida porteña y del país como también
aquellos asuntos que no están vinculados a la jurisdicción pero que son de
interés para quienes navegan entre las notas. Pero hay temas ajenos a la
realidad de la Ciudad que no pueden obviarse: las fotos de un nene sirio de 3
años muerto en las costas de Turquía dieron rápido la vuelta al mundo, y son un gancho
a la mandíbula, duelen y nos atraviesan hasta lo más profundo de uno.
(Foto: Dogan News Agency)
Duele
conocer el desenlace de ese nene, que está solito, boca abajo en la playa, y que
al verlo uno quiere creer que está dormido, aunque la realidad se encarga rápido
de abofetearnos.
Las imágenes
de Aylan Kurdi en ese escenario desolador lastiman, pero al mismo tiempo
desnudan la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Visibilizan
la guerra en la que está inmersa Siria desde hace cuatro años. Ponen en
evidencia el drama de las más de 15 millones de personas –según estimaciones de
la ONU- que huyen de las armas y del hambre, dejan sus hogares, amigos e
historia para buscar sentirse seguros en una Europa que los acoge a cuentagotas.
Pero no sólo son sirios, también hay iraquíes, afganos, ucranianos y del
continente africano.
La decisión
de la publicación o no publicación de ese registro fotográfico motivó ayer
grandes debates internos en los medios de comunicación. Y fuera de las
redacciones las aguas quedaron fuertemente divididas entre aquellos que
consideran que mostrarlo contribuye a tomar conciencia del drama que están
atravesando los inmigrantes, y entre aquellos que dicen que es morbo y que es
innecesario exponer unas imágenes tan crudas.
Para mí,
tal discusión es, de momento, innecesaria, porque el tema va más allá. Creo que
deben mostrarse y exponerse en cuanto lugar sea posible, a pesar de lo crudas
que son y que nos estrujan el corazón. Deben mostrase para que los líderes políticos,
aquellos que tienen que tomar las decisiones, las vean y se les estruje el
corazón como a nosotros (si es que tienen corazón), para que tomen conciencia
de que no se les puede dar la espalda a esas personas que necesitan ayuda
urgente, sobre todo cuando la paz parece una utopía. Y si no lo hacen, para
exigirles que abran los ojos. Porque detrás de ese nene que nos duele, que nos
hace pensar en ese hijo, sobrino o ahijado de esa edad, hubo unos padres que quisieron
salvarlo al igual que a su hermanito de la lluvia de balas y bombas y que para sobrevivir
se internaron en el mar, de un mar que no pudieron salir. Ojalá sea la última
vez que tengamos que ver una imagen así, que sea la última vez que se nos
desgarre el alma por la muerte de un inocente.
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