Quienes pasaban por Corrientes y 9 de Julio, ya sean vecinos
o turistas, se encontraron ayer con una imagen que llamaba la atención, por lo
inusual: vieron al Obelisco sin la punta. Y la pregunta era la misma: ¿Sacaron
la punta del Obelisco? ¿Dónde está?
Así lucía el Obelisco, ayer. (Foto obtenida de Twitter)
Las respuestas al porqué el icónico monumento porteño estaba
sin su parte superior eran variadas, desde que fue extraída por una cuestión de
mantenimiento o porque se había roto y la Ciudad la iba a reparar. Y las fotos
con el Obelisco cortaron se compartieron por las redes sociales durante todo el
día.
Pero, ¿por qué está sin la punta? En realidad, se trata de
una intervención artística de Leandro Erlich, especialista argentino en el
artificio visual nacido en Capital en 1973, llamada La Democracia del símbolo, y que cuenta con la anuencia del Gobierno
porteño. Es el trompe l’oelil (engaña ojo), un artificio que a partir de una grúa
y de cálculos de ingenieros, se le colocó una suerte de capuchón de dos
toneladas al Obelisco para que pareciera cercenado. Es decir, tiene una
estructura de hierro con revestimiento muy similar al hormigón original, que lo
deja a de su misma altura.
Según el subsecretario de Espacio Público porteño, Patricio
Di Stéfano, “quedará así una o dos semanas, porque queremos fomentar el arte en
el espacio público, para que se convierta en un lugar donde la gente se quiera
quedar”.
Y entonces, ¿dónde está el ápice? Su réplica se encuentra en
la explanada del Malba, en Figueroa Alcorta 3415, al que se puede entrar y
mirar como si se estuviera a 70 metros de altura, gratis. Y resulta una buena
oportunidad para experimentar qué se ve desde sus ventanas, a partir de
filmaciones que Erlich registró en alta calidad, que duran 20 minutos y se
repiten en loop.
Una réplica de la punta puede visitarse en la explanada del Malba. (Foto obtenida de Twitter)
“Es mi obra más ambiciosa, porque implica salir del museo y
generar algo en el orden urbano, y por la complejidad técnica de la
instalación. Me gusta trabajar en la perfección para contar una historia y
generar una sorpresa. Más allá de la ilusión, me gusta sacudir lo cotidiano. Me
interesa que el público se involucre, participe y mire las cosas desde otro
lugar”, contó Erlich, citado por el diario La Nación.
Desde Shangai hasta Nantes, desde Seúl hasta La Habana, sus
obras se exhiben en sus principales museos del mundo, integran colecciones
tanto públicas como privadas, y tiene al menos seis galerías que lo representan
en todo el globo. En 2001, Erlich representó al país en la Bienal de Venecia y
fue incluido en la sección principal de esa bienal, una vez más en 2005. La
obra del artista también se incluyó en la Bienal del Whitney de 2000 y la
Bienal de Estambul de 2001.
En 2008, Erlich creó una instalación de piscina, que estaba
en exhibición en el MoMA PS1 en la sección de Long Island City en Queens, Nueva
York. En el verano de 2013, exhibió Dalston House, una ilusión óptica en el
sitio Dalston Molino en Dalston, al este de Londres, con un enorme espejo
suspendido a 45 grados en un modelo de tamaño natural de la fachada de una casa
de estilo victoriano colocado horizontalmente en el suelo, dando la apariencia
a los visitantes que suben o cuelgan de la parte del edificio.
Nota con despacho de agencia Noticias Argentinas e información
del diario La Nación
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