Se conmemora por primera vez, a partir de la sanción de una ley por la combinación de factores sociales, culturales y los beneficios para la salud que conlleva tomarlo. Y es sumamente popular: está presente en el 90 por ciento de los hogares.
Es considerado un símbolo de la amistad y de encuentro, y
para muchos es el compañero del día a día: el mate tiene su día nacional, que se
celebra hoy por primera vez.
La infusión más popular del país, que tiene su origen en una
tradición ancestral de los indios guaraníes, se extendió rápidamente a todo el
territorio e incluso traspasó sus fronteras. Y está profundamente arraigado en
las costumbres y tradiciones del país al punto de que implica mucho más que
beber una infusión, sino que es un gesto de amistad y de cordialidad, sin
olvidar los beneficios que genera para la salud.
Este año fue instaurado por ley el Día Nacional del Mate, que
de ahora en más se celebrará todos los 30 de noviembre. La norma fue publicada
en el Boletín Oficial en enero y hace mención a que se eligió esa fecha en
conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurari y Artigas, también conocido
como Andresito, el primer gobernador de origen indígena en la historia
argentina.
De acuerdo al Instituto Nacional de la Yerba Mate, la infusión
tiene propiedades antioxidantes y energizantes, lo que resulta beneficioso para
la salud. “Su consumo, bajo la forma de mate tradicional, aporta al organismo
gran cantidad de polifenoles, vitaminas del complejo B, potasio, magnesio y
xantinas. Los polifenoles actúan como un poderoso antioxidante, que ayudan a
aumentar las defensas y a disminuir el envejecimiento celular”, destacan.
Además, “las vitaminas del complejo B ayudan al cuerpo a
mejorar mejor la energía de los alimentos ingeridos. El potasio y el magnesio
son sustancias indispensables para el correcto funcionamiento del corazón y las
xantinas (cafeína, teobromina) son compuestos que estimulan el sistema nervioso
central; es decir, apuntalan al esfuerzo físico e intelectual”, subrayan.
Motivó la sanción de la ley y su consecuente publicación la
combinación de factores sociales, culturales y saludables que tiene. Se trata
de una bebida sumamente popular: Según datos del Instituto, “se consumen alrededor
de 256 millones de kilos de yerba mate, lo que implica un consumo anual per cápita
de unos 6,4 kilos”. Y “está presente en más del 90 por ciento de los hogares”.
El mate estuvo muy presente en la historia, desde los indios
guaraníes que utilizaban las hojas de la planta de yerba como bebida y eran
objeto de culto y ritual, y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos
prehispánicos como los incas, los charrúas y aún los araucanos que, a través de
los pampas, recibían yerba elaborada de manos de los guaraníes.
Caá en lengua guaraní significa “yerba”, pero también quiere
decir planta y selva. Para el guaraní, el árbol de yerba era el árbol por
excelencia, un regalo de los dioses. Y tomar la savia de sus hojas era para
ellos beber la selva misma.
Los guaraníes lo disfrutaban en rondas alrededor de un “fuego
sagrado” y fue este mismo legado que llegó a nuestros días convirtiendo a la
ronda de mate en un rito social.
Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso y las
virtudes de la yerba mate, e hicieron que su consumo se extendiera en forma
extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen
a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los religiosos jesuitas introdujeron el cultivo en
las reducciones distribuidas en el norte de Argentina, sur de Paraguay y
sudoeste brasileño. Fueron los grandes responsables de que la yerba mate fuera
conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como “el té de
los jesuitas”.
La primera sommelier del mundo especializada en cata de
yerba mate, Valeria Trapaga, asegura que el mate “es un elemento que aparece en
el medio de todas las diferencias, acercándonos y rompiendo el hielo, cualquier
distancia que existe se va diluyendo con cada cebada, porque frente al mate
somos todos iguales”. Y comenta que “se ha convertido en un ritual tan
incorporado a nuestras vidas que nos cuesta detenernos a observarlo, mirarlo,
olerlo y tocarlo”, por lo que “es fundamental investigar y profundizar en esta
infusión para conocerla y disfrutarla mucho más”.
Nota con despacho de agencia Télam
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