Villa Devoto: el barrio porteño que tiene ritmo de pueblo

El diario La Nación publicó ayer una nota del periodista Pablo Tomino titulada “Villa Devoto: el barrio porteño que tiene ritmo de pueblo chico”, en la que explora los rincones tradicionales de una zona de la Ciudad que se caracteriza por su vegetación, casas grandes, no muchos edificios y sobre todo una plaza, la Arenales, que nuclea la vida social de un barrio del que los vecinos tienen un fuerte sentido de pertenencia. Panorama Ciudad comparte la nota completa de ese medio:

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Villa Devoto: el barrio porteño que tiene ritmo de pueblo chico

Los vecinos de este rincón pegado a la General Paz se conocen, se saludan y se ayudan; la plaza Arenales, la principal, es el eje de la vida comercial y social, incluso de niños y adolescentes

Diario La Nación
14/1/2016

Villa Devoto es un rincón porteño de cosas curiosas. Es un pueblo chico con título de barrio, donde en la pizzería céntrica las servilletas son de papel de envolver recortado y se colocan dentro de un vaso. Por allí, las señoras barren las veredas, los hombres toman el cafecito en los bares y los perros que se pasean por las calles empedradas, de frondosos árboles, tienen nombre y apellido. En el "jardín de Buenos Aires", las casas esconden patios generosos, suelen tener más de 100 m2 y los edificios altos se cuentan con los dedos de una mano.

“Esto es Suiza, si tomamos como punto de referencia cómo se vive en el resto de Buenos Aires; no hay tantos robos y nos sorprendemos con las cosas malas que pasan en la ciudad”, dice Juan Carlos Colli, de 74 años, el diariero más popular del barrio. “Pocho”, como lo conoce la mayoría, atiende el concurrido quiosco sobre la avenida Nueva York, frente a la plaza Arenales, la principal. Que está custodiada por un descascarado colegio público (Antonio Devoto), un hospital (Abel Zubizarreta), un banco, un puñado de bares con variada oferta gastronómica y una biblioteca de lindísima arquitectura.

A la plaza se llega por las diagonales Lincoln y Fernández de Enciso, y por las avenidas Chivilcoy y Salvador María del Carril, ambas con bulevares floridos que cuidan los propios vecinos. Si algo hace diferente a Villa Devoto no es sólo su tupida y variada vegetación: es el sentir de pertenencia de quienes lo habitan.

Llevan el nombre “Devoto” una galería, un colegio, una biblioteca, un bar, una ferretería, una mercería, una casa de depilación, una parrilla, una papelería y unos cuantos sitios más. Los vecinos se conocen, se saludan, se cuidan y se ayudan. Así lo cuentan, con mucho orgullo. “Perdoname que no me pueda quedar a conversar, pero estoy haciéndole las compras a mi vecino, que está enfermo. Estoy apuradísima”, se disculpa Irene Giorio, que arrastra una changuito con ruedas en veredas extrañamente libres de heces de perro y de basura.

Devoto tiene 596 manzanas entre las arterias Campana, Gutemberg, avenida San Martín, avenida Beiró, Joaquín V. González, Baigorria, avenida Lope de Vega, la General Paz y las vías del ferrocarril Mitre. Las habitan más de 80.000 personas, según el último censo porteño. En el podio de los vecinos famosos del barrio están los Maradona. Padres, hijos, nietos, y ahora bisnietos. Pero nunca nadie atestiguó haber visto en la plaza Arenales, por ejemplo, al astro del fútbol, Diego Armando. Él vivió mucho tiempo en Habana y Segurola, departamento que hoy ocupa Claudia Villafañe, su ex esposa, madre de Dalma y Gianinna. “Al único que se veía mucho por los bares o por el mercado era a don Diego (fallecido el 25 de junio del año pasado); un fenómeno. Al resto, no”, cuenta Luis Javier Lariguet, de 49 años, que toma mate en la vereda de Chivilcoy y Nueva York.

Un sitio que no descansa

El pulso barrial gira en torno de la plaza Arenales, donde está “la calesita de Tito”. Es la más antigua de la zona, inaugurada en 1938. La plaza es el único sitio donde el barrio no descansa a la hora de la siesta. Los bares se llenan (se almuerza muy bien por 150 pesos) y la gente sale a trotar a toda hora. Sobre todo, cuando el sol cae detrás de las vías del San Martín.

La oferta gastronómica es muy buena y variada. El Café de la Plaza es famoso por sus macarrones, además de la especialidad de comida armenia. Madres con niños que salen del Zubizarreta hacen fila para almorzar un "superpancho" en Peter's, mientras que Pablo's es el bar que recomiendan los vecinos más añosos.

Eso sí: los helados tradicionales se compran en Monte Olivia, en Fernández de Enciso al 3900. Funciona en un polo bellísimo de una cuadra, con bares y comercios, que va desde la plaza Arenales hasta la estación Devoto del tren del San Martín. Allí está el popular restó en un tren de madera reacondicionado, que no podía llamarse de otra manera que Vagón Devoto.

Al caminar por el pintoresco barrio, el visitante también podrá subirse al tren de las carencias. De las casonas de dos pisos, que cuestan más de 2000 dólares el m2 y exhiben dos o tres autos en la puerta, uno puede pasar a toparse con Juan Manuel, un muchacho de 38 años que duerme en la plaza.

Otra vez la plaza, protagonista excluyente de la vida de barrio, que hace las veces de sala de espera del elogiado hospital Zubizarreta; algunos vecinos hacen cenas a beneficio para preservarlo. También, la plaza es lugar de recreación de los más pequeños y hasta punto de encuentro de adolescentes, donde las charlas se entremezclan con el humo de los cigarrillos de marihuana.

Leonardo Fabián Colli, de 49 años, es el hijo de “Pocho”, el diariero. Él también atiende el quiosco, al igual que su hijo Franco (19). Leonardo nació en el barrio y dice que nunca se irá de allí. “Esto cambió mucho, pero en Villa Devoto siguen quedando las mismas familias. Se renuevan. Acá conservamos el saludo, la cordialidad, el apoyo entre los vecinos. Nos conocemos todos. La plaza es el mejor lugar que tiene el barrio. Todos los que vivimos acá crecimos en la plaza. Nos conocimos. Por suerte, hoy se están ocupando de cuidarla. Viene mucho al barrio Horacio Rodríguez Larreta”, cuenta Colli.

Es cierto, según confesó el jefe de gobierno porteño, la plaza Arenales es su sitio favorito. Es un pueblo chico con título de barrio; donde en las mesas de café, cada mañana, a uno de los amigos siempre le toca pagar la cuenta.


El enrejado de la plaza, polémico

Un grupo de vecinos busca que el espacio verde sea cerrado; no hay decisión oficial

Un grupo de vecinos de Villa Devoto ya juntó 1500 firmas para presentar en el gobierno porteño y así iniciar el trámite para que se coloquen rejas en el perímetro de la plaza Arenales, limitada por las calles Bahía Blanca, Mercedes, Nueva York y Pareja.

Este concurrido lugar está en el camino de las avenidas Chivilcoy, Salvador María del Carril, Lincoln y Fernández de Enciso. Estas dos últimas son de trazado diagonal respecto de las demás calles, por lo que la plaza se encuentra virtualmente en el punto de unión de cuatro calles diferentes.

Según contaron algunos vecinos, falta reponer en la plaza más de 100 árboles que se cayeron a lo largo de los años; además, pretenden que se instalen mesas de “juegos de ajedrez” como las que supo haber en otro tiempo y que el espacio verde vuelva a tener las “piedras rojas” que caracterizaban la histórica plaza.

En contra

En cambio, otros vecinos no quieren que la plaza sea “cerrada” por temor a que “se privatice el espacio público y no pueda utilizarse cuando uno quiera”, contaron algunos.

De todas maneras, el gobierno porteño no definió aún qué hará con este espacio verde, aunque el pedido formal será presentado al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Días atrás, el mandatario confesó que esta plaza es su lugar favorito dentro de la Capital.

Otra de las polémicas que preocupan a los vecinos de este barrio que integra la comuna 11 (junto con Villa del Parque, Villa Santa Rita y Villa General Mitre) se focaliza en las nuevas construcciones que de a poco empiezan a llegar a Villa Devoto, como ocurre en el resto de la ciudad.

Mientras algunos desarrolladores inmobiliarios comenzaron a adquirir terrenos para emprender edificios de tres pisos o más, vecinos se resisten a que derriben viejas casonas.

Algunas de ellas persisten durante años abandonadas, pero tienen fachadas de gran valor arquitectónico y patrimonial.

Fuente:
Diario La Nación, jueves 14 de enero de 2016, página 24, sección Buenos Aires
(Los resaltados fueron agregados por Panorama Ciudad)

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