Después de 35 años de casados, una pareja se separó en
Tandil por sus diferencias sobre el Gobierno Nacional. Se peleaban por la
televisión: él quería ver A dos voces, ella 678, hasta que un día le dijo al
esposo: “Elegí, o Magnetto o yo”.
No fue infidelidad, no fue un problema de alcoba. Fue la política.
Una pareja de Tandil que llevaba treinta y cinco años de casados dio por
terminada su relación por diferencias políticas sobre el
kirchnerismo.
“Nos separó el kirchnerismo, aunque a usted le parezca
mentira”, se lamentó Raúl, docente y
vecino del barrio de la Estación.
Es que Teresa, su ex mujer y bibliotecaria, adhirió con
fervor al kirchnerismo, lo que generó fuertes cruces en la pareja.
“Si bien es cierto que nunca conciliamos del todo, matizábamos
las diferencias con humor. Desde 2003 que veníamos complicados, pero ¿qué nos íbamos
a imaginar entonces cómo iba a terminar nuestra historia?”, contó el hombre al
diario de Tandil.
Raúl explicó que “ninguna de las cosas que son graves para
un matrimonio” fueron las causas de la separación: “Ni los cuernos ni muerte
sexual, por decirlo así”.
El docente relató que “fue un proceso lento, Teresa se fue
fanatizando con Cristina (Kirchner)”, y a la vez él se iba fastidiando.
“Lo peor es que al final ya discutíamos por cualquier cosa,
pero lo más triste es que el mejor momento de la familia se arruinaba sin
remedio. A la noche cuando nos sentábamos a cenar ella quería ver ‘678’ y yo ‘A
dos voces’”, dijo. Y agregó: “Primero compartimos el control remoto, en las
tandas mirábamos un rato cada uno. Hasta que inevitablemente terminábamos a los
insultos”.
Los desencuentros llevaban al punto que él “al final
terminaba comiendo en la pieza, sentado en la cama mirando el otro televisor.
¿Qué pareja puede aguantar así?”, volvió a lamentarse.
Las diferencias políticas repercutieron en la vida conyugal,
que cada vez era más difícil de sostener, según contó el hombre.
“Lo peor de todo es que yo toda la vida leí Clarín y de un
día para otro a la señora se le antojó que ese diario nunca más iba a entrar en
nuestra casa”, se quejó Raúl.
Y, para él, “el colmo” fue cuando ella le dijo: “Elegí, o
Magnetto o yo”, una situación que calificó como “una locura total”.
“Es probable que yo con Cristina tenga una cuestión de piel.
Me parece arrogante y soberbia, no soporto escucharla. Pero el asunto llegó a
un punto sin retorno cuando en el día sagrado de cualquier familia bien
constituida, el domingo, apareció por la tele el gordo Lanata. Eso fue el
acabose, sobre todo para Teresa”, explicó.
Finalmente, Raúl se dio cuenta de que “la cosa no daba para
más”. Un día, “Teresa puso el mate, nos sentamos a charlar y llegamos a la
conclusión de que lo mejor era tomarnos un tiempo, por lo menos hasta ver qué
nos pasaba una vez que dejáramos de pelear por política”, contó.
Ese tiempo distanciados les sirvió para que se dieran cuenta
de que había llegado el final de la pareja: “A los dos nos sobrevino algo muy
parecido a la paz”, sentenció el docente.
Ella se quedó en la casa y él se mudó un departamento. Atrás
quedaron las discusiones políticas, pero también el matrimonio. No fue hasta
que la muerte los separe, fue hasta que el kirchnerismo (o Lanata) los separe. Y así fue.
Nota con despacho de agencia Noticias Argentinas
La política impacta en la vida cotidiana mucho más de lo que
se imagina
Impresiones. Por F.C
Lo relatado por Raúl por momentos parece desopilante, digno
de una comedia de desencuentros. Pero es la vida real: una pareja que se
terminó porque la política pudo más que 35 años de relación. El tema es que es
triste que amigos se peleen, que familiares se distancien o que parejas se
terminen por la política. Diferencias políticas hubo siempre, pero ahora
parecen acentuadas. Parece difícil separar un intercambio de conceptos de terminar
tildando al otro como “la mierda oficialista” para aquellos que bancan el
modelo, o “gorilas o golpistas” a los que sienten rechazo por el kirchnerismo,
cuando a fin de cuentas la política no debería conllevar esas marcas en las
personas, sobre todo con las que se comparte el día a día. Aunque tal vez suene
despolitizador, habría que saber separar las cosas. Pero lamentablemente no está
pasando.
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